Nostalghazal

Te sentás en tus laureles un domingo

mientras llueve y leés nuestras historias.


Ellos debaten en sus congresos vanos

—deciden el final de nuestras historias.


Apretujados en nuestros trenes raudos

vemos libros, suelo, no nuestras historias.


Poetas desconocidos sueñan trances

donde cuentan precisas nuestras historias.


Entre cuna y féretro nos contamos,

narradores sesgados, nuestras historias.


Rutinas que se tragan en fragmentos de

ocho horas, cinco días: nuestras historias.


Cismas de años que pasan, poca tregua,

buscadas, ya perdidas, nuestras historias.


Distancias que eliminan la tibieza,

el tacto, el aliento—nuestras historias.


Tumbas súbitas que resumen en fechas,

dos eventos impuestos: ¿nuestras historias?


Amigos encontrados, a pesar quizá,

mas comparten dichosos nuestras historias.


El hogar que olvidamos y que llama,

a figurar en unas de nuestras historias.


Porque el tiempo se lleva sin descanso—

¡recordá y actuá, Luis!— nuestras historias.